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3 OBRAS
de
proximidad

Texto y curaduría
a cargo de  Anfibia Gráfica

     Hay muchas maneras, como artista,  de mirar y representar el mundo que nos rodea. Hay quienes lo miran y retratan con esa desenvoltura de quien se asoma tranquilamente por la ventana de su casa y contempla el paisaje mientras, a pequeños sorbos, toma una humeante taza de café.  Otros, otras, sin embargo, curiosos de los horizontes, levantan la vista y lo escudriñan como, si en vez de arropar el pocillo caliente, sujetaran unos prismáticos entres sus manos. Están también, aquellos, aquellas, que prefieren la cercanía a la lejanía, como si tuvieran una necesidad primaria de reconocer y comprender lo inmediato, a través de un meticuloso desciframiento de la materia circundante. Entre ellos y ellas, podemos nombrar a las artistas oaxaqueñas Josefa García, Mercedes López y Soledad Vázquez.

De trayectorias diferentes, las tres confluyen, sin embargo, en una mirada que da la espalada a toda alusión a lo explícitamente humano, para posarse sobre el entorno natural cercano donde, eventualmente, nos desenvolvemos como especie.

Las tres artistas han encontrado en el grabado en metal la poética técnica para nombrar a través de sus imágenes palabras primigenias vinculadas a la vida del/en nuestro planeta: árbol, fruto, tierra e, incluso, esos seres de la naturaleza que no son visibles, no ya por la distancia (no son necesarios binoculares para avistarlos), sino por su diminuta y microscópica proximidad.

Josefa García, la veterana, formada en las entrañas del histórico Taller de Artes Plásticas Rufino Tamayo en los años 80, explora -a través de un juego entre el aguatinta, el aguafuerte y el azúcar- las texturas de la grana cochinilla y una tuna, abiertas y apachurradas sobre el árido paisaje de la región mixteca. El fruto del nopal se nos ofrece a la vista a través de una voluptuosidad y carnosidad que se desgrana en un complejo mapa de nervaduras y filamentos. Al ver la obra, muy bien podemos imaginar a la artista caminando pausadamente y abriéndose paso entre las cactáceas,  pisando, sin querer, una fruta madura caída, y reclinándose sobre ella para descubrirla en toda su desnudez.

Mercedes López, egresada de la Escuela de Bellas Artes de Oaxaca en donde se especializó en las técnicas tradicionales de grabado, gusta abordar en su obra general la relación  entre arte y naturaleza. En su pieza, titulada Despertar en Solsticio, recurre también al barniz dulce para aproximarse, como si fuera un close up, a las rugosidades de uno de los árboles más emblemáticos de la región, a saber, el pochote. La proximidad de los detalles permite presentir el dolor en la yema del dedo al recorrer con la mano, atraído/a por sus  convexidades, la piel-corteza del tronco tapizado de espinas.

A través de una observación cuasi biológica de elementos próximos, pero no alcanzables al ojo humano, la artista Soledad Vázquez, grabadora entrenada en la universidad oaxaqueña, realiza por su lado una reivindicación de la belleza de lo no visible  a la par que un cuestionamiento estético a la visión androcéntrica de la existencia. En su pieza, que hace parte de una serie dedicada a los ácaros, hace uso de la punta seca para trazar con la precisión de un bisturí las líneas y las formas del arácnido, como si fuera un mapa del cosmos donde se funde lo orgánico con lo geométrico.

Así, pues, estas tres piezas nos descubren dimensiones que, por estar tan cerca, pasan normalmente desapercibidas o ignoradas, y más en estos tiempos que andamos tan atrapados visualmente por los dispositivos de última tecnología… qué tregua representan estas obras en nuestras cotidianas mundanidades.

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Josefa García

Mercedes López

Soledad Vázquez

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